Si has seguido «The Bear» desde su explosivo debut, sabrás que esta serie no sólo sirve comida, sino también ansiedad, angustia, ambición y la belleza desordenada de la familia escogida. Ahora, con la cuarta temporada oficialmente emplatada y servida, los fans y los críticos por igual se sumergen en la experiencia con reacciones mixtas, pero en su mayoría positivas. Y si te has estado preguntando si esta nueva temporada recupera el sabor después de los momentos poco cocinados de la 3ª temporada… la respuesta es: ¡más o menos!
Vamos a desglosarlo. Y sí, habrá arrebatos emocionales, tiernas reconciliaciones y un montón de gritos en la cocina.
Una mejora notable en comparación con la tercera temporada
Hay un claro consenso entre fans y críticos: La cuarta temporada ha mejorado notablemente respecto a la tercera. La temporada anterior estaba cargada de introspección -especialmente la de Carmy- y tenía poco ritmo argumental. Algunos espectadores la encontraron audaz y meditativa; otros se sintieron como si estuvieran atrapados en un patrón de contención emocional.
La cuarta temporada vuelve a poner las cosas en marcha. Ahora hay una verdadera sensación de urgencia, gracias a un reto concreto: el restaurante The Bear tiene un plazo para ser viable económicamente, o se acabó. Este tic-tac del reloj inyecta un pulso muy necesario en la historia, impulsando la acción y elevando las apuestas para todos. El ajetreo ha vuelto, y es tan caótico, sudoroso y angustioso como siempre.
Sin embargo, todavía le falta algo

Dicho esto, a pesar de que la serie recupera parte de la energía que hizo que sus dos primeras temporadas fueran tan apasionantes, algunos críticos siguen teniendo la sensación de que “El Oso” no funciona del todo bien.
Sí, hay más movimiento y estructura, pero algunas tramas parecen suspendidas en el aire. Es como si los guionistas estuvieran preparando la mesa para algo grande pero se olvidaran de sacar el plato principal. Algunos fans pueden tener la sensación de estar esperando un desenlace emocional o una resolución clara que nunca llega del todo.
Y aunque el «bello caos» característico de la serie sigue estando muy presente -los diálogos superpuestos, los cortes rápidos, el silencio entre los gritos-, algunos episodios te hacen preguntarte: ¿a dónde va todo esto?
Reparando corazones, no sólo menús

Donde realmente brilla la cuarta temporada es en su núcleo emocional. Esta vez, la atención se centra en reparar relaciones y curar viejas heridas, especialmente para Carmy y su equipo. Después de la congelación emocional de la tercera temporada, es refrescante ver verdaderos avances en los personajes.
El episodio 3, en particular, ha recibido muchos elogios. Captura esa intensidad cruda y sincera que la serie hace tan bien, un recordatorio de por qué nos enamoramos de estas personas profundamente defectuosas y ferozmente apasionadas en primer lugar. Ya sea Carmy enfrentándose a su pasado, Richie asumiendo su papel de líder o Sugar haciendo valer su voz, hay destellos de verdadero crecimiento y conexión.
Incluso en sus momentos más tranquilos, “El Oso” sigue explorando lo que significa crear algo significativo con personas que te sacan de quicio y, sin embargo, sin las que no puedes vivir.
Una nueva dirección y un gran cambio
***Alerta de Spoiler***
El mayor cambio se produce en el final. Carmy, que ha sido el ancla (y a veces la tormenta) de toda la serie, se aleja del restaurante. Sí, deja las riendas a Sydney, Richie y Sugar.
Esta decisión es a la vez chocante y profundamente satisfactoria. Parece la conclusión natural del viaje de Carmy: un hombre que aprende a dejarse llevar, a confiar en los demás e incluso a encontrar la paz. Al mismo tiempo, supone un giro importante para la serie. ¿Podrá “El Oso” sobrevivir -o incluso prosperar- sin Carmy en su centro?
Esa es la pregunta del millón. Y el final no nos da todas las respuestas. Pero sí abre la puerta a un nuevo y audaz capítulo, uno en el que el conjunto brilla y el restaurante se convierte en algo más que el sueño de Carmy.
El veredicto: sigue siendo una de las mejores series de televisión
Seamos claros: la cuarta temporada de The Bear no es perfecta. Algunos episodios se arrastran, algunas tramas serpentean, y hay una sensación persistente de que no estamos recibiendo los altos emocionales de la segunda temporada.
Pero incluso con sus defectos, esta temporada es un triunfo en muchos sentidos. Devuelve la urgencia, aumenta las apuestas emocionales y nos recuerda por qué esta serie no se parece a nada en la televisión. Las interpretaciones -especialmente la de Jeremy Allen White– siguen siendo estelares, y la escritura sigue siendo profunda cuando hace falta.
En palabras de TV Line, «la cuarta temporada es un triunfo absoluto, a la altura de la segunda en términos de calidad». Otros, como Variety, son un poco más cautelosos, señalando que si bien es un mejor esfuerzo que la tercera temporada, la serie puede estar luchando por redescubrir su magia original.
Reflexiones finales: Una serie en transición
La cuarta temporada de “The Bear” parece una serie en una encrucijada. Está creciendo, evolucionando y asumiendo riesgos. Algunos de esos riesgos dan sus frutos. Otros te dejan rascándote la cabeza. Pero eso es parte de lo que la hace especial: es desordenada, humana y llena de corazón.
Queda por ver si la salida de Carmy es permanente o no, y si el próximo capítulo puede igualar la brillantez de las temporadas anteriores. Pero una cosa es segura: a esta cocina todavía le queda mucho fuego.
Y sin duda volveremos por más.
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