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Fuente: Cuenta Oficial de X de Kristi Noem

Las cárceles inhumanas impulsadas por Donald Trump


Donald Trump ha reforzado una política migratoria basada en detenciones masivas y condiciones extremas, que han sido calificadas como inhumanas por organismos de derechos humanos y expertos legales.

“Alligator Alcatraz”: una cárcel en medio del pantano

Trump visitó recientemente un nuevo centro de detención migratoria en los Everglades de Florida, apodado “Alligator Alcatraz”, rodeado de cocodrilos y vegetación hostil. El lugar alberga a miles de migrantes y está diseñado para desalentar la migración irregular, aunque ha sido duramente criticado por sus condiciones extremas y su impacto ambiental.

Reutilización de prisiones cerradas

El plan migratorio de Trump contempla reabrir prisiones anteriormente clausuradas como FCI Dublin, donde antes se denunciaron abusos sexuales, negligencia médica y condiciones insalubres. Estas cárceles, con historial negativo, ahora alojan migrantes sin condenas criminales, lo que ha levantado alarmas legales.

Uso de prisiones federales para encerrar migrantes

Fuente: Cuenta Oficial de X de Kristi Noem

Además de los centros de detención tradicionales, se han trasladado migrantes a cárceles federales diseñadas para criminales, donde enfrentan condiciones severas: falta de higiene, mala alimentación, aislamiento, y acceso limitado a servicios médicos o legales. Abogados y organizaciones han presentado múltiples demandas denunciando violaciones constitucionales.

Detención de familias y menores

Trump también reactivó centros para detener familias enteras, incluidas mujeres y niños. Grupos defensores de derechos humanos advierten que estos espacios causan daños emocionales graves, especialmente en menores, y recuerdan experiencias traumáticas del pasado.

Balance general

El modelo carcelario de Trump prioriza la severidad y el encierro como herramientas de control migratorio, ignorando recomendaciones de organismos internacionales y críticas sobre derechos humanos. Se han documentado abusos, condiciones degradantes y afectaciones psicológicas, especialmente en niños.

Mientras algunos sectores lo consideran una forma efectiva de control fronterizo, muchos expertos coinciden en que estas medidas no sólo son moralmente cuestionables, sino también potencialmente ilegales.