(Punto de vista sin spoilers)
Lujuria. Poder. Humor Negro. Problemas de Confianza. Problemas con papá. Sarcasmo. Rasgos Familiares. Indulgencia. Rivalidad entre hermanos. Dinero.
Diez palabras que describen por qué Succession, el drama ganador de premios Emmy de la cadena televisiva HBO, es de lo que todo el mundo habla.
La familia Roy, una de las más ricas de Nueva York (y de Estados Unidos), posee una enorme empresa de medios de comunicación y entretenimiento.
Logan Roy es el director general y el cabeza de familia. Tiene cuatro hijos: Connor (Alan Ruck), Kendall (Jeremy Strong), Roman (Kieran Culkin) y Siobhan (Sarah Snook), la única hija mejor conocida como Shiv.
Logan está cada día más cerca de la jubilación y soltar las riendas del negocio. Sabe que tendrá que traspasar la empresa a sus hijos, pero sólo uno puede estar al frente y gestionarlo todo.
El futuro es incierto, y el plan de sucesión que tenía la empresa se tambalea y no puede consolidarse debido a las rencillas e inconformismo de toda la familia y de los accionistas que se sienten inseguros con los cambios que se están produciendo.
La serie está rodada con cámaras en mano en la mayoría de las escenas. Es oscura y de ritmo rápido. El humor negro y el sarcasmo, así como el fuerte vocabulario y el diálogo hacen que parezca una combinación de Game of Thrones, The West Wing, Suits y, a veces, es simple y divertida como The Office (pero muy subida de tono).
Esta serie tiene personajes de tres generaciones: Baby Boomers, Gen X, Millennials, todos los cuales intentan ganarse un puesto en el negocio de su familia.
Engancha a espectadores de todas las edades, aunque no se recomienda a los menores por el lenguaje explícito y los temas para adultos.
Succession se desarrolla en Manhattan, en rascacielos con despachos grandes y vistas a la ciudad. Te lleva a todos los niveles de emociones, desde la sorpresa a lo desagradable. Misoginia y traición, exesposas y amoríos forman un sorprendente número de tramas.
El miedo a desprenderse del poder hace que Logan Roy tome medidas desesperadas que ponen en peligro el negocio.
Los hijos deben jugar con las reglas de Logan, como si el proceso de sucesión fuera una partida de ajedrez entre cuatro jugadores.
Este exitoso programa se basó en la familia Murdoch, en la vida real del magnate Rubert Murdoch y en una historia que es como la trama. Aunque Jessie Armstrong, el creador de Succession, utilizó giros argumentales ficticios para hacer la historia más atractiva para todos.
Tanto la Generación Z como los Millennials, la Generación X y los Baby Boomers encuentran algo digno de ver en Succession. Tanto si se trata de chascarrillos sarcásticos, como de uniones empresariales, del poder del dinero o de la vida real de los multimillonarios en la ciudad que nunca duerme, esta serie va viento en popa en su cuarta temporada y cada episodio es mejor que el anterior.
Es una serie que merece la pena ver, pero no hay que verla toda en un fin de semana. Hay que disfrutarla despacio para sentir realmente cómo una familia debe mantenerse fuerte, aunque todos luchen por lo mismo: seguir adelante y triunfar.
