John Wick 4 supone el regreso de Keanu Reeves en el traje de su alter ego asesino. En esta cuarta entrega, Baba Yaga sigue huyendo de High Table, el poderoso sindicato del crimen que ha puesto precio a su cabeza. Esta vez, John Wick está decidido a saldar su deuda de una vez por todas. Pero para ello deberá emprender un viaje por todo el mundo, de Nueva York a Osaka, de Berlín a París, mientras enemigos nuevos y viejos lo buscan.
Esta vez, el oponente más formidable es El Marqués (Bill Skarsgård), un enviado de la Alta Mesa que ha recibido los recursos de la organización para eliminar a John. El Marqués es un noble elegante pero despiadado que nunca se ensucia las manos para llevar a cabo sus planes. En su lugar, envía a un viejo camarada de John, un antiguo asesino ciego llamado Caine (Donnie Yen), a perseguirle. “Mr. Nobody” (Shamier Anderson), un cazarrecompensas que quiere aumentar la recompensa por John Wick hasta la cifra que él prefiera antes de matarlo.
La franquicia John Wick no hace más que mejorar. Recordemos que esta película empezó modestamente como un hombre solitario que se vengaba de los matones que mataron a su cachorro y le robaron el coche. Hoy en día, John Wick se enfrenta a familias internacionales del crimen repartidas por lugares exóticos de todo el mundo. Las acrobacias también se han vuelto más exageradas, en el mejor de los sentidos. En John Wick 4, el director Chad Stahelski consiguió algo que ninguna película de acción había logrado antes. Las coreografías de lucha de esta película son sencillamente legendarias. Hay una secuencia tras otra de todo tipo de acciones imaginables: tiroteos, artes marciales, esgrima, combate cuerpo a cuerpo, lo que se te ocurra. Todas están coordinadas con un ritmo de ballet que resulta natural e intrincado. Una secuencia destacada al principio de la película es cuando John Wick y sus compañeros caen en una emboscada en un lugar extranjero. La escena dura unos TREINTA minutos, y durante todo el metraje tenemos cuchilladas sin parar, peleas a puñetazos, armas disparando, nunchakus… todo ello con una música febrilmente adrenalítica y un elegante trabajo de cámara. Es increíble.
Y no sólo las acrobacias; la fotografía de John Wick 4 también está a la altura. Hubo un momento en la sala IMAX en el que nos quedamos absortos ante la belleza de cada plano. Desde John Wick 3, la fotografía se ha inclinado cada vez más hacia esa estética de novela gráfica, con todos los colores de neón y contrastes atrevidos.
Afortunadamente, se las arreglan para que el estilo no triunfe sobre la sustancia. John Wick 4 tiene una historia convincente de un hombre que busca la redención. No es casualidad que la imaginería religiosa -catedrales, sacramentos, referencias a Dios, citas bíblicas- impregne toda la película. Lo que mantiene unidas las brillantes acrobacias, los impresionantes efectos visuales y las magníficas interpretaciones es el corazón palpitante en el centro de todo, interpretado a la perfección por Keanu Reeves. Se trata de una película de acción por excelencia.