Tras la ausencia de Grogu la semana pasada, El niño vuelve a ser el centro de atención con “El Expósito”. The Mandalorian siempre ha estado en su mejor momento cuando el dúo padre-hijo está en el centro. Por lo tanto, “El Expósito” se siente tambaleante porque pasan la mayor parte del episodio en líneas argumentales separadas. Tras la subida que supuso el viaje de redención de Mando a Mandalore, este episodio parece un bajón argumental.
En “El Expósito”, el trío formado por Mando, Bo Katan y Grogu se adapta a la vida con los Hijos de la Guardia. Desde que abandonó su aprendizaje de Jedi con Luke Skywalker, Grogu está abrazando la vida mandaloriana, ¡entrenarse, él debe! Din Djarin y Bo Katan desprenden la energía de “papá y mamá llevan a su hijo al entrenamiento de fútbol” mientras ven a Grogu practicar el combate con otros niños expósitos. Es adorable.
Pero la diversión se interrumpe cuando un raptor con aspecto de dragón se abalanza sobre ellos y secuestra a uno de los expósitos (por suerte, no a nuestro bebé, que ya ha sido secuestrado demasiadas veces). Los mandalorianos adultos deben reunir un grupo de búsqueda antes de que el niño se convierta en la cena de la criatura. Aquí es donde las tramas de Grogu y Mando se bifurcan en dos caminos distintos: uno muy cargado de acción y otro con un chisme revelador que -como el desvío de la semana pasada hacia las travesuras del Dr. Pershing en Coruscant- sospechamos que allanará el camino para una trama futura.
Después de un episodio muy interesante la semana pasada, “El Expósito” resulta anodino en comparación. Supongo que de vez en cuando hace falta un episodio de relleno, y además tenemos adorables toneladas de Grogu para mitigar el golpe. Esta semana participa en un entrenamiento de combate y sigue siendo súper adorable; ¡no hay nada que este buen chico no pueda hacer! Aún así, la estructura de los episodios que siguen al éxito de la misión de Mandalore sigue sin mantener una trayectoria ascendente en términos de escala y nivel de emoción. El viaje a las Minas de Mandalore fue mucho más rápido de lo esperado, pero dos episodios después no ha quedado claro qué pretenden hacer los guionistas con el resto de la temporada. Esa falta de claridad se está haciendo más evidente ahora.
No hay nada malo en los episodios de preparación. Sin embargo, cuando ya van cuatro episodios de ocho, se supone que el ecuador tiene un punto, un momento esencial en la narrativa global. Hay semillas interesantes para historias emocionantes. La trama de Coruscant lleva a alguna parte, ¿verdad? El Mitosaurio que Bo presenció en el Episodio 2 debe de jugar un papel importante tarde o temprano. Lo mismo con la importancia que se le ha dado a la cultura mandaloriana esta temporada. Algo se avecina, y no está lo suficientemente cohesionado qué es exactamente. Ahora que la serie se adentra en su segunda mitad, será mejor que la Fuerza ponga en marcha lo que sea. No se puede depender de que Grogu juegue con otra criatura diminuta en cada episodio, ¡aunque tampoco vamos a decir que dejen de hacerlo!