Me detengo a respirar profundo y tratar de asimilar lo que viví hace apenas unos momentos.
La ocasión ameritaba una aventura, un boleto para atesorar un momento en nuestras vidas. Vale la pena el recorrido si entre destellos nos despediríamos de uno de los artistas más grandes que ha dado la historia de la música.
ELTON JOHN.
Toma el camino amarillo hacía lugares donde habitan las cosas del corazón. Hoy decide despedirse y con paso lento y cansado llega y se apodera de su piano, y de cada uno de los que estábamos en el lugar. Con su figura pequeña y extravagante, ¿cómo es posible que esa voz surja así? ¿De dónde viene? Tal vez viene viajando en un cohete hacia los momentos más mágicos de nuestra vida.
Sir Elton llega con su gira de despedida, acompañado de extraordinarios músicos, presentando en versiones casi sinfónicas sus más grandes éxitos. Lo vemos sentado al piano y viajando por imágenes de su vida, de sus escenarios, de su influencia en la cultura pop del mundo. Parece tan fácil más de 50 años. Lejos de aquellas noches en el Troubadour en las que volaba mientas tocaba su piano, pero cerca de esos mares de gente que le rinden pleitesía vestidos con brillos y plumas, con lentes estrafalarios para homenajearlo a él, para despedirlo a él, de pie y con aplausos largos. Con lágrimas que surgen sin querer, así solitas combinadas con sonrisas y sorpresa de no creer lo que este hombre hace a nuestros sentidos.
Adiós Elton. Sé feliz en ese mundo que has creado, entre cocodrilos y zapatos de plataforma, yo aquí seguiré tarareando “tu canción”, esa la que siempre que la escucho me hace tan feliz.
Redacción: Laura Tristan