Por Jennifer Ariesta.
La cuarta entrega de la franquicia Bad Boys ha llegado pisando fuerte para salvar la taquilla del verano de 2024 de una escasez de éxitos muy necesarios. La acción y la comedia de Bad Boys: Hasta la Muerte demuestran que Hollywood está dispuesto a perdonar y darle una oportunidad a Will Smith después de la controversia de los Óscars.
La película es la amalgama perfecta de una superproducción veraniega clásica: Estrellas de primera fila, escenas de acción extravagantes, mucho en juego y un argumento atractivo para el público. Anclados en la sólida camaradería de Smith y Martin Lawrence, Bad Boys vuelve a las calles de Miami con su brillo bañado por el sol y su sudorosa energía. Esta vez, para limpiar el nombre del difunto capitán Howard (Joe Pantalioni).
Cuatro años después del final de la última película, “Chicos malos de por vida” (2020), Mike por fin sienta la cabeza con su terapeuta. En su boda, su compañero Marcus sobrevive por poco a un ataque al corazón. Marcus entra brevemente en el más allá imaginario, donde se encuentra con el fantasma del capitán Howard, que le dice que “no es su momento”. El recién revivido Marcus decide que ya no puede morir y que se va a dedicar al YOLO. Todo esto sucede en los primeros 20 minutos de la película.
Después de ese largo interludio destinado a ponernos al día con los personajes en sus vidas fuera de servicio, la historia se pone realmente en marcha cuando el FBI descubre que un alto cargo del Departamento de Policía de Miami ha estado confabulando con los cárteles. Todas las pistas apuntan al capitán Howard, asesinado en la película anterior, pero Mike y Marcus se dan cuenta inmediatamente de que algo va mal. Juntos, se disponen a investigar la verdad que se esconde tras estos asuntos.
A medida que la franquicia llega a su cuarta vuelta, hay una sensación de familiaridad con el mundo de Bad Boys. No sólo se trata de Mike y Marcus, también conocemos bien la relación de amor-odio de Marcus con Reggie, su yerno, los jóvenes subordinados AMMO del dúo de policías, Kelly y Dorn (interpretados por Vanessa Hudgens y Alexander Ludwig, respectivamente), y también el hijo ilegítimo de Mike, Armando, ex-cártel. A pesar de las armas y las explosiones, la película tiene mucho corazón. Al margen de las grandes y profundas conversaciones sobre la “familia”, esta franquicia se inspira en Fast and Furious para centrarse en las relaciones.
El dúo de directores Adil y Bilall vuelve a dirigir. Su hábil toque dota a la película de una energía de la que Michael Bay estaría orgulloso. Gracias a la inventiva de sus cámaras y a un montaje frenético, la película capta las emocionantes desventuras de Mike y Marcus de un modo que desafía las convenciones. Los efectos visuales parecen sacados de un videoclip o un videojuego: transiciones extravagantes, cámaras atadas a drones que prácticamente vuelan de una habitación a otra y de un piso a otro, el punto de vista de un shooter en primera persona al estilo Call of Duty. Estos cineastas no sólo se han salido de lo convencional, sino que lo han hecho volar por los aires. Y lo que es aún más notable, han conseguido todos estos trucos sin sacrificar la historia ni los lazos emocionales.
Bad Boys: Hasta la Muerte es una estupenda comedia de acción que merece todo el viaje.