Por Jennifer Ariesta.
En The Boys, una banda de inadaptados intenta acabar con un grupo de superhéroes famosos que les han hecho daño en el pasado. Adaptación de una novela gráfica del mismo nombre, esta desquiciada serie de superhéroes es un soplo de aire fresco entre todas las trilladas entradas del mismo género.
La serie reimagina a los superhéroes tradicionales del cómic como celebridades libertinas responsables de muchas fechorías detrás de su bien cuidada reputación heroica. En este mundo, las personas con superpoderes son conocidas como Supers y su objetivo final es acabar en Vought International, la megacorporación que gestiona el grupo más famoso de Supers conocidos colectivamente como Los Siete. The Boys, que muestra libremente a superhéroes drogándose, saliendo de fiesta, cometiendo asesinatos y participando en actos sexuales poco ortodoxos, es lo más alejado que puede estar del noble y pulcro superheroísmo de Marvel y DC.
La serie se complace en satirizar la cultura de los famosos y el capitalismo dentro del mundo de los superhéroes. Imagina que la Iniciativa Vengadores estuviera llena de ejecutivos que cobran por la aparición de los superhéroes y tienen un equipo de relaciones públicas que vigila constantemente su imagen.
Los Supers son esencialmente productos que se empaquetan y promocionan para servir a los intereses corporativos. Cuentan con un equipo completo responsable de elaborar sus historias de fondo, determinar sus imágenes y programar sus interacciones con los fans. Como cualquier celebridad, si un Súper deja de ser relevante, será sustituido por otro que espere entre bastidores. Nadie es especial, aunque supuestamente haya nacido con poderes especiales. Una y otra vez, la serie retrata la ansiedad de los Supers por seguir siendo relevantes mediante un buen rendimiento con su público objetivo (las discusiones sobre sus índices de aprobación son una gran parte de su existencia). Es el viejo sistema de los estudios de Hollywood para los superhéroes.
Tomando prestadas sus raíces en la novela gráfica, la serie tiene una estética claramente grunge, visible desde su logotipo, su banda sonora -con una verdadera selección de rock, metal y pop- y sus efectos visuales. El libertinaje explícito de la novela cobra vida con vívida precisión, aunque el gore tiende a ser más cómico que desagradable.
Irónicamente, los principales villanos de la serie, Los Siete, son también sus estrellas indiscutibles. Liderados por Homelander (Anthony Starr), los Supers lucen llamativos trajes que son innegables guiños a conocidos superhéroes de los cómics de DC. Está Homelander, el casi Superman con sus trajes rojo y azul, Queen Maeve, como referencia a Wonder Woman, así como otros Supes que parodian a The Flash, Aquaman y otros conocidos héroes de cómic.
Estos Supers son inmensamente fascinantes de ver gracias a sus tendencias megalómanas, obsesionadas con la fama y violentas. A pesar de sus inmensos superpoderes, muchos de ellos también luchan en privado con problemas internos como la salud mental, la identidad sexual oculta y los traumas infantiles. Esta dualidad resulta deliciosamente entretenida.
Descarada y cínica al máximo, The Boys lleva el caos de los superpoderes a un nuevo nivel con su enfoque satírico.