Por Jennifer Ariesta.
Los fines de semana de Acción de Gracias han sido históricamente el fuerte de Disney. Desde Toy Story, Frozen, Moana, hasta Encanto… la Casa del Ratón siempre lanza sus mayores y más esperados largometrajes de animación durante el lucrativo fin de semana festivo. Así que tiene sentido que este año hayan reservado la fecha de estreno para una película de princesas -el pan de cada día de Disney Animation- destinada a celebrar el centenario de la compañía.
En Wish, la intrépida Asha (Ariana DeBose) intenta desafiar al autoritario Rey Magnífico (Chris Pine), que acapara los sueños de todo el mundo y sólo concede unos pocos que no amenacen su reinado. Gracias a la fuerza de la sinceridad de Asha, una estrella desciende del cielo para ayudarla a cumplir su deseo de liberar los sueños de todos.
Lamentablemente, por muchas razones, el deseo de Disney no se hizo realidad. En su fin de semana de estreno, Wish quedó en tercer lugar por detrás de Los juegos del hambre: La balada de los pájaros cantores y las serpientes y Napoleón. Para ponerlo en perspectiva: Wish perdió ante una película en su segunda semana de estreno y una película bélica con malas críticas. Teniendo en cuenta su presupuesto de 200 millones de dólares, las cosas pintan bastante mal.
A pesar de su refrescante estilo de animación, que combina el 3D con el tradicional estilo dibujado a mano, y de su sentida celebración de la historia de Disney, Wish no pudo superar varios problemas que aquejan a los últimos estrenos de Disney.
En primer lugar, Asha. Es, a falta de una palabra mejor, demasiado genérica. Las características de Asha siguen la plantilla de las princesas Disney recientes: estrafalaria, torpe y burbujeante. Es básicamente otra Rapunzel, Anna y Mirabel Madrigal en otra piel. Aunque es estupendo que Disney cuente con una chica de color como protagonista, eso no es en sí mismo un rasgo único del personaje. La historia de fondo de Asha nunca parece convincente ni sus acciones tienen una rima o una razón bien pensadas.
Su única motivación en la historia tampoco aporta nada nuevo. Como las innumerables heroínas que la han precedido, es justa y desea que el mundo lo vea. Eso suele funcionar con otras chicas Disney, pero aquí, toda la motivación de Asha la hace parecer peligrosamente ingenua.
Wish tiene un mensaje bienintencionado, pero dudoso. La protagonista, Asha, ve injusticia en la forma en que el Rey Magnífico se niega a conceder los deseos de la gente. Sin embargo, si lo piensas, imagina que todos los deseos se hicieran realidad. ¿Qué ocurre si son malintencionados? ¿Qué pasa cuando dos deseos se contradicen? Aunque el concepto en sí es bonito, lo que hace Magnifico no es exactamente el problema. De hecho, su razonamiento es perfectamente comprensible y realista.
El tema de la película refleja la reciente tendencia de mensajes del tipo “puedes ser LO QUE QUIERAS” que plagan Hollywood. En manos de guionistas equivocados, ese tropo priva al protagonista de la oportunidad de darse cuenta de sus defectos y aprender algo. Es infantil y vacío. Imagínense cuánto más intrigante sería si Asha consiguiera su deseo y se diera cuenta de las repercusiones de que todo el mundo tenga lo que quiera.
Dejando a un lado los rudimentarios problemas de escritura, la película también carece de algo fundamental que definía la grandeza de las animaciones Disney: la música. Por aquel entonces, incluso las películas Disney medianas se salvaban gracias a sus entretenidas canciones. Gracias a compositores de talento como Alan Menken, Lin-Manuel Miranda, Robert y Kristen Anderson-Lopez, las películas de Disney siempre contaban con canciones para los oídos hiperpegadizas. Por eso es decepcionante que, para la presentación de su centenario, Disney recurriera a Julia Michaels, una compositora pop sin experiencia en música de cine. El resultado podría ser un single de radio decente, pero no el tipo de números musicales enérgicos dignos de un musical de Disney.
Para una celebración sobre los 100 años de magia de Disney, esta película tomó los valores equivocados de su grupos de creaciones mágicas. Aunque contiene muchos elementos nostálgicos, los realizadores se olvidan de profundizar en la razón por la que esas cosas eran nostálgicas. Al hacerlo, acaban despojando a WISH de su magia.