Por Jennifer Ariesta
Furiosa, la precuela de Mad Max: Fury Road, llega 9 años después de que esta última irrumpiera en las grandes pantallas con la indomable energía hard rock de George Miller. Revivió una franquicia cinematográfica muerta hace tiempo y demostró al mundo que una película centrada principalmente en una prolongada persecución de coches puede tener un desarrollo narrativo convincente. Ahora, Furiosa pretende hacer lo mismo, esta vez con una estructura argumental más tradicional y una heroína más joven.
La película sigue a Furiosa (Anya Taylor-Joy) años antes de que incite una rebelión contra Immortan Joe. Cuando era una niña, el pendenciero señor de la guerra Dementus (Chris Hemsworth) y su banda de moteros nómadas la sacaron de su hogar en el Lugar Verde de Muchas Madres. Cuando su caravana se topa con el territorio de Immortan Joe, estalla una batalla sin cuartel por la supremacía entre los dos tiranos. Decidida a volver a casa, Furiosa deberá confiar en su habilidad al volante para sortear la guerra y escapar.
Realizada con la misma ambición y alcance épico que la oscarizada Fury Road, Miller se ha tomado su tiempo para montar cada parte de esta película. Los aspectos técnicos son magistrales. A sus 79 años, la visión artística de Miller no se ha agotado en absoluto. La fotografía, el montaje, el diseño de sonido y toda la orquestación de las secuencias de acción de la película funcionan al más alto nivel.
En cuanto a la historia, la película tiene una estructura más amplia y épica. En lugar de una persecución de alto octanaje como su predecesora, la trama se desarrolla como los capítulos de un libro. Se toma su tiempo para seguir a Furiosa desde su infancia hasta su madurez, ampliando al mismo tiempo la historia del duro reino en el que se encuentra. Los temas del fascismo y el feminismo están impregnados en el núcleo de la película, y la dicotomía entre la masculinidad sangrienta y la feminidad nutricia queda muy clara.
La mayor duración de la película y su ritmo más lento podrían poner a prueba la paciencia de algunos espectadores. Después de todo, Fury Road tenía un ritmo perfecto con muy poca grasa innecesaria. Furiosa, por el contrario, se siente cómoda dando respiro entre los enfrentamientos de vehículos. Como en una novela, hay cosas que forman parte de la construcción del mundo, no del avance narrativo.
Al igual que Fury Road, Furiosa cuenta su historia principalmente a través de los efectos visuales y la interpretación. La heroína tiene muy pocos diálogos. La mayor parte de su historia se cuenta a través de la puesta en escena y la poderosa interpretación de Taylor-Joy. Ella demuestra por qué es la estrella más brillante de esta generación, exudando majestuosidad en su tranquilidad. Hemsworth refuerza su interpretación como el desquiciado señor de la guerra, casi irreconocible bajo el maquillaje protésico y su extraño acento. Acelera la masticación del escenario de la mejor manera.
Pero, por supuesto, uno va a ver una película de Mad Max sobre todo por el espectáculo de los vehículos sobrealimentados. Las intrincadas acrobacias en las que intervienen descarados artistas, explosivos y vehículos de todo tipo -coches, camiones, motos, etc.- son un espectáculo muy satisfactorio. El factor de novedad de Fury Road se ha erosionado un poco, pero todavía hay suficiente combustible en el depósito para entretener.
Las precuelas rara vez resultan satisfactorias porque, en última instancia, sabemos cómo terminan las cosas, pero Furiosa es una de las pocas precuelas que están a la altura de su predecesora. Véala en su cine más cercano.
