Por: Jennifer Ariesta
Tras un inesperado retraso causado por las huelgas del año pasado, The Boys por fin se ha vuelto a reunir para su cuarta temporada. La serie de Prime Video es ahora más grande que nunca, con la integración de su spinoff Gen V en la historia principal. Por supuesto, también es tan sangrienta e implacablemente vulgar como siempre. Justo cuando crees que ya lo has visto todo, todavía se les ocurren escenarios más disparatados que te dejan boquiabierto. Pero lo más importante es que, cuatro temporadas después, la serie sigue sin perder su ácida garra satírica y su determinación para satirizar el panorama político moderno con regocijo. Justo lo que se necesita después de una pausa tan larga.
Retomando la historia de la temporada anterior, la congresista Victoria Neuman, una Supe que explota cabezas, se prepara para el puesto de vicepresidenta de los Estados Unidos. Su connivencia con Homelander, más descarada y maníaca que nunca, supone una doble amenaza para The Boys, ya debilitados por la enfermedad de Billy Butcher, resultado de inyectarse Compuesto V. Supuestamente, a Billy sólo le quedan unos meses de vida, lo que le hace estar más decidido a destruir Vought International y detener el nefasto plan de Homelander. Ahora es incluso más personal, ya que su hijo Ryan está bajo la custodia del padre biológico Homelander, corrompiéndose poco a poco cada día.
Starlight ha abandonado Los Siete y quiere que se la conozca simplemente como Annie January, activista anti-Vought de línea dura. En la primera temporada, lidera la manifestación de protesta en el juicio de Homelander. Si lo recuerdan (¿cómo no iban a recordarlo?), la temporada pasada Homelander mató a un manifestante por interrumpir a Ryan. Sin embargo, a pesar del asesinato a plena luz del día, Homelander sigue contando con un gran apoyo. Todo el escenario -una figura controvertida con un carisma inexplicable, seguidores radicalizados que defienden a Homelander en un juicio federal con todas sus fuerzas, pruebas irrelevantes e incluso diseccionadas con gusto en un podcast de derechas al estilo de Truther- refleja sin duda los titulares de las noticias políticas, especialmente en relación con cierto ex Presidente propietario de un hotel.
La observación aguda de la sociedad contemporánea siempre ha sido el fuerte de The Boys. Eso no ha cambiado esta temporada. En su desenfreno, al estilo de las novelas gráficas, la escritura infunde algo que suena fiel a la América de hoy en día. El aspecto político sigue desarrollándose con una aguda conciencia de cómo funciona la realpolitik. La avaricia empresarial, ejemplificada por Vought y, en cierta medida, por su filial Godolkin U, se disecciona con diabólicos detalles. A medida que se intensifica la lucha por el poder en este universo, es estupendo saber que la serie no ha perdido de vista sus comentarios más sutiles.
En cuanto a los personajes, todos se divierten mucho esta temporada. Diversión, para que quede claro, porque las cosas no son de color de rosa en el universo. Billy, obviamente, debe enfrentarse a su mortalidad y a una carrera contrarreloj para rescatar el alma de Ryan. Pero incluso Homelander se siente apático ahora que ha conseguido todo lo que siempre quiso. Resulta que puede ser solitario cuando estás en la cima. Su lucha psíquica se hace aún más interesante con la introducción de la Hermana Sage, la persona más inteligente del mundo que parece saber exactamente cómo manipular a Homelander. The Deep, A-Train, Starl-Annie, Victoria y Hughie tienen cada uno su momento para brillar, lo que significa que algo extremadamente horrible les está ocurriendo.
La cuarta temporada de The Boys sigue siendo la locura divertida y llena de música rock que tanto te gusta.
