Por Jennifer Ariesta.
The Bear es probablemente la serie de comedia más popular que se emite ahora mismo. Si has visto la serie, seguro que te resulta controvertido poner The Bear y comedia en la misma frase. El tono fuertemente cínico de la serie, unido a sus oscuros temas del suicidio, la depresión, los problemas de ira y las dificultades de llevar un negocio de comida, no son precisamente motivo de risa. Por desgracia, la serie ha sido calificada de comedia y reconocida como tal por todos los organismos de premios, así que nos quedamos con eso.
La serie gira en torno a Carmen “Carmie” Berzatto (Jeremy Allen White), un antiguo chef de alta cocina que vuelve a hacerse cargo de la tienda de bocadillos de carne italiana de su familia en Chicago tras el suicidio de su hermano. Aún afligido por la repentina muerte de su hermano, Carmie tiene que lidiar con la presión de dirigir un negocio en apuros junto a Richard “Richie” Jerimovich (Ebon Moss-Bachrach, el exaltado socio de su difunto hermano. En medio de todo el caos, una joven y talentosa ayudante de cocina, Sydney Adamu (Ayo Edebiri), entra a trabajar en la tienda y poco a poco ayuda a los hombres a superar sus diferencias.
Desdibujando la línea que separa la comedia del drama, The Bear redefine un género que antes estaba repleto de audios de risa y de comedia sana para toda la familia. Hay un cierto tipo de comedia irónica que refleja el punto de vista de esta generación sobre la vida. Es el tipo de comedia “todo es una mierda y yo sólo soy espectador”, que puede que no inspire frivolidad de inmediato, pero que sin duda es relevante para la forma en que la Generación Z afronta la vida.
Semana tras semana, Carmie y compañía deben enfrentarse a un aluvión de situaciones estresantes, desde asegurarse de que los ingredientes del restaurante se mantienen frescos, de que la cocina está organizada, de que el personal se mantiene en línea y cobra a tiempo, hasta enfrentarse a otras amenazas como funcionarios municipales entrometidos, alquileres crecientes y deudas del negocio. Los entresijos de un restaurante familiar se describen con todo lujo de detalles, con un montaje muy directo que refleja el caos de una cocina infernal con una calidad muy propia de un documental. El sonido intenso, la cámara temblorosa, los diálogos superpuestos (o los gritos, más bien), el desorden que no cesa de producirse provocan deliberadamente una sensación de ansiedad, la que Carmie debió de sentir en medio de todo ello.
De hecho, por mucho que se trate de la gestión del restaurante “Beef”, el espectáculo se empieza a empatizar con todos los que trabajan allí tras una pérdida devastadora. Apoyada en las magníficas interpretaciones de su elenco, la serie ofrece una clase magistral de sardónica e intensa actuación digna de una obra de teatro. Incluso hay un episodio rodado íntegramente en una sola toma, como una obra de teatro real, que muestra esta sensibilidad al máximo.
La química entre el reparto es tan magnífica que, incluso cuando la mayor parte del tiempo se están peleando, discutiendo e insultando, puedes sentir la auténtica conexión que tienen entre ellas. En particular, la camaradería entre Carmie y Sydney se ha convertido en una de las favoritas de los fans: para algunos, por su dinámica de pareja; para otros, por el hecho de que se quieran o no se quieran. El modo en que la serie decida desarrollarlo será interesante, pero también desesperante. Pero eso es lo que la gente busca en The Bear.
Una representación sin restricciones de la industria de los restaurantes con una gran densidad emocional, The Bear definitivamente no es tu comedia promedio. Pero su humor mordaz y sin disculpas chisporrotea de una manera única.