El Premio Nobel de la Paz 2025 tiene nombre y apellido: María Corina Machado. La líder opositora venezolana fue reconocida por su “incansable lucha por la democracia”, pero su elección no tardó en dividir opiniones, generar tensiones políticas e incluso incomodar a la Casa Blanca.
La noticia cayó como bomba. Para muchos, el galardón representa un mensaje directo contra el autoritarismo en América Latina. Para otros, fue una decisión “política” que dejó fuera a figuras como Donald Trump, quien ya se consideraba merecedor del premio por sus supuestos esfuerzos de paz.
¿Por qué el Nobel fue para María Corina Machado?

El Comité Noruego del Nobel, con sede en Oslo, reconoció a Machado por su papel en la defensa de los derechos democráticos en Venezuela y su persistencia en buscar una transición pacífica del poder. Según el comunicado oficial, la opositora “mantiene viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad”.
Pero más allá del discurso, hay tres razones concretas detrás de la decisión:
- Unió a la oposición venezolana.
En un país donde las fuerzas contrarias al chavismo llevaban años fragmentadas, Machado logró algo impensable: articular un movimiento común para exigir elecciones libres y un gobierno representativo. - Resistió la militarización del Estado.
Desde hace más de dos décadas, ha denunciado el uso del poder militar para reprimir la disidencia y ha defendido el voto como el verdadero camino hacia el cambio. “Es una elección entre las balas o los votos”, ha repetido. - Apoyó una transición democrática.
Aunque su candidatura presidencial para las elecciones de 2024 fue bloqueada, decidió respaldar al opositor Edmundo González Urrutia. La movilización masiva que logró —aun bajo amenazas, detenciones y censura— fue vista como una muestra de resistencia cívica sin precedentes.
En palabras del Comité, Machado “demuestra que las herramientas de la democracia también son las herramientas de la paz”.
De la política al exilio: una vida de oposición

Ingeniera y economista, Machado no es una recién llegada al panorama político. Desde los noventa impulsó proyectos sociales y fundó organizaciones como Súmate, enfocada en la transparencia electoral. En 2010 llegó al Parlamento venezolano, pero cuatro años después fue expulsada por el gobierno. Desde entonces ha sido una de las voces más perseguidas del país.
Hoy vive en la clandestinidad, tras denunciar el fraude electoral de 2024 y la persecución contra la oposición. Aun así, su figura se mantiene como un referente para quienes exigen un cambio político en Venezuela.
La reacción que nadie pasó por alto: la Casa Blanca estalla
La decisión del Comité Noruego no fue bien recibida en Washington. El director de comunicaciones de la Casa Blanca, Steven Cheung, declaró que el premio fue “una muestra de que el Nobel prioriza la política sobre la paz”.
En su comunicado, Cheung insistió en que Donald Trump —quien también estaba postulado— “seguirá logrando acuerdos de paz y salvando vidas”, y aseguró que “nunca habrá nadie como él que pueda mover montañas con su voluntad”.
Trump, por su parte, repitió que sus esfuerzos diplomáticos, incluyendo su mediación en el conflicto de Gaza, deberían haberle valido el reconocimiento. Sin embargo, los expertos del Nobel en Oslo habían descartado desde antes cualquier posibilidad de que el presidente estadounidense resultara elegido, señalando que su política de “America First” contradice los ideales del premio establecidos por Alfred Nobel.
¿Un premio por la paz… o un mensaje político?
La elección de Machado ha sido interpretada de distintas formas: un homenaje al coraje civil, una crítica directa a Nicolás Maduro o incluso un movimiento estratégico del Comité Nobel para enviar un mensaje global sobre la fragilidad de la democracia.
Lo cierto es que el Nobel de la Paz 2025 ha abierto un nuevo capítulo en el debate internacional sobre los límites entre la política, el activismo y la diplomacia. Y, como suele ocurrir con los Nobel, las reacciones —de entusiasmo o de enojo— apenas comienzan.
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