Donald Trump lo hizo otra vez: bajo una lluvia de aplausos y cámaras, el presidente estadounidense proclamó el “fin de la guerra en Gaza”. Con una sonrisa triunfal y su característico estilo grandilocuente, aseguró desde Egipto que “la larga y dolorosa pesadilla ha terminado” y que el mundo está presenciando “el amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente”.
Pero tras los discursos y las ovaciones, las dudas persisten: ¿realmente ha terminado la guerra, o estamos ante una tregua frágil, sostenida apenas por promesas políticas?
Un acuerdo histórico… en papel
El 13 de octubre de 2025, Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía firmaron en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij un documento que busca poner fin a más de dos años de violencia entre Israel y Hamás. El texto, elaborado en Washington bajo la supervisión de Trump, establece un cese al fuego inmediato, la liberación de rehenes y prisioneros, y la apertura de pasos humanitarios hacia Gaza.
En el papel, el llamado “plan de paz de Trump” contempla tres fases. La primera —ya en curso— se centra en el alto al fuego y en el intercambio de detenidos. Las siguientes implican el desarme progresivo de Hamás, la retirada de las tropas israelíes y la reconstrucción de Gaza, con supervisión internacional.
Trump, eufórico, afirmó ante los medios:
“No habrá una tercera guerra mundial, y no comenzará en Medio Oriente. Este es el mejor acuerdo de toda la historia.”
Sin embargo, mientras el presidente celebraba su logro diplomático, la realidad sobre el terreno contaba otra historia. Las tropas israelíes continúan desplegadas en amplias zonas de Gaza, incluidos Rafah, Khan Younis y partes del norte del enclave. El grupo islamista Hamás, por su parte, ha rechazado la idea de entregar sus armas mientras no se produzca una retirada total de Israel.
Rehenes, prisioneros y heridas abiertas
El anuncio del acuerdo vino acompañado de un momento emotivo: la liberación de los últimos 20 rehenes israelíes vivos retenidos por Hamás desde 2023. En Tel Aviv, miles de personas se congregaron en la “Plaza de los Rehenes”, vitoreando entre lágrimas cuando los autobuses de la Cruz Roja llegaron con los sobrevivientes.
A cambio, Israel comenzó a excarcelar a más de 1,900 prisioneros palestinos, muchos de ellos detenidos sin juicio durante la ofensiva militar. El intercambio, aunque celebrado por ambas poblaciones, ha sido interpretado por analistas como un gesto simbólico más que una muestra de reconciliación.
De hecho, horas después del anuncio, reportes desde la Ciudad de Gaza revelaron ejecuciones públicas de presuntos colaboradores por parte de hombres armados vinculados a Hamás. Los videos difundidos en redes sociales mostraron escenas de violencia que recordaron al mundo que la desconfianza y la venganza siguen vivas en el enclave.
La incógnita del gobierno en Gaza
Uno de los temas más espinosos del acuerdo es el futuro político de la Franja.
El plan de Washington propone que un organismo internacional temporal administre Gaza, supervisando a tecnócratas palestinos hasta que se establezca un gobierno estable. Esta fórmula busca evitar que Hamás retome el control total del territorio, pero el grupo islamista insiste en que solo los palestinos deben decidir su destino.
Además, el plan sugiere una participación renovada de la Autoridad Palestina, liderada por Mahmud Abbas, lo que supondría un cambio drástico en la postura israelí. No obstante, el primer ministro Benjamin Netanyahu ya ha dejado claro que rechaza cualquier paso que conduzca a la formación de un Estado palestino, una idea que considera “inaceptable”.
Desde Egipto, el presidente Abdelfatah al-Sisi reiteró su apoyo a la solución de dos Estados, afirmando que es “el único modelo viable de paz”. Pero en la práctica, ese objetivo parece tan lejano como antes.
Entre aplausos y honores

Durante la Cumbre por la Paz, Trump fue tratado como una celebridad global.
Líderes de más de 30 países —entre ellos Francia, España, Italia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos— asistieron al encuentro. El presidente egipcio otorgó a Trump la Orden del Nilo, el más alto honor civil del país, calificándolo como “el único líder capaz de lograr la paz en Medio Oriente”.
En un gesto simbólico, el primer ministro de Pakistán recordó que su gobierno lo había nominado al Premio Nobel de la Paz, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lo aplaudió por haber mostrado “la voluntad política necesaria para detener la violencia”.
A pesar del entusiasmo, Netanyahu se negó a asistir al encuentro en Egipto. Según fuentes israelíes, considera que el acuerdo aún no garantiza la seguridad del país ni el desmantelamiento de Hamás. En su ausencia, el mensaje fue claro: Israel mantiene reservas.
Una victoria política para Trump
El discurso triunfal de Trump en la Knéset israelí, ante un Parlamento que lo ovacionó con gritos de “Trump, Trump, Trump”, fue el punto culminante de su gira. El mandatario estadounidense declaró que este día marcará “el inicio de una nueva era”, y que “la larga y dolorosa pesadilla finalmente terminó”.
Acompañado por su yerno Jared Kushner y figuras como el secretario de Estado Marco Rubio, Trump aprovechó el escenario para reforzar su imagen de “presidente de la paz”, incluso insinuando que su próximo objetivo sería “terminar la guerra entre Rusia y Ucrania”.
Sin embargo, no todos compartieron su optimismo. Algunos legisladores israelíes levantaron pancartas que decían “Reconocer a Palestina”, mientras otros boicotearon la sesión por considerar que la guerra aún no ha terminado.
Reconstruir entre ruinas
Más allá de la retórica política, el desafío más grande que deja este acuerdo es reconstruir Gaza. Según el Banco Mundial, los daños materiales superan los 53 mil millones de dólares, con miles de edificios reducidos a escombros. Trump prometió que “la reconstrucción empezará de inmediato”, asegurando que “nadie sabe reconstruir mejor que Estados Unidos”.
Pero los expertos advierten que el proceso será largo y dependerá de la estabilidad del alto al fuego. Sin seguridad, advierten, ninguna inversión internacional podrá sostenerse.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ofreció la ayuda de París para coordinar la reconstrucción junto a Egipto, y el secretario general de la ONU, António Guterres, instó a reanudar de inmediato las operaciones humanitarias. Sin embargo, hasta ahora, los camiones de ayuda siguen detenidos en los pasos fronterizos, esperando garantías de seguridad.
¿Fin o pausa?
A simple vista, el acuerdo firmado por Trump parece marcar un punto de inflexión en uno de los conflictos más prolongados y sangrientos del siglo XXI. Sin embargo, la historia reciente muestra que los altos al fuego en Medio Oriente rara vez son permanentes.
Entre promesas de paz, aplausos internacionales y discursos grandilocuentes, la pregunta persiste: ¿es este realmente el fin de la guerra en Gaza… o solo un nuevo capítulo de una tregua precaria?
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