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Fuente: Facebook Oficial de Elizabeth Yeampierre

Elizabeth Yeampierre: la defensora del clima que puso a Brooklyn en el mapa de la justicia ambiental


Elizabeth Yeampierre creció en Brooklyn, en una familia puertorriqueña que le enseñó desde pequeña que la justicia empieza en casa… y en el barrio. Para muchos, el activismo nace en marchas y discursos; para Elizabeth, nació al ver cómo su comunidad respiraba aire contaminado, enfrentaba enfermedades evitables y quedaba fuera de las decisiones que afectaban su entorno. En vez de aceptar ese destino, decidió abrir camino.

Abogada de formación y activista por vocación, Yeampierre es hoy una de las voces más influyentes en la lucha por la justicia climática en Estados Unidos. Al frente de UPROSE, la organización comunitaria más antigua de Brooklyn, ha convertido el activismo ambiental en un proyecto profundamente humano: no se trata solo de salvar el planeta, sino de asegurar que las comunidades latinas, negras e inmigrantes tengan aire limpio, espacios verdes y un lugar en la mesa donde se toman las decisiones.

Su liderazgo combina firmeza y cariño: puede estar en una reunión con funcionarios hablando de infraestructura verde por la mañana y, por la tarde, caminar por el vecindario conversando con jóvenes que buscan un futuro mejor. Elizabeth no ve la justicia climática como una lucha técnica, sino como una causa cultural, política y emocional. Sabe que los barrios no solo necesitan paneles solares; necesitan esperanza, participación y dignidad.

Ha presidido consejos nacionales, ha sido reconocida como una pionera en el movimiento ambiental, y sus ideas han influido en estrategias climáticas en todo el país. Pero si le preguntas cuál es su mayor logro, probablemente hablará de su comunidad: de las voces jóvenes que hoy lideran campañas, de las mujeres que se organizan, y de la gente que empieza a ver que el futuro sostenible también puede ser un futuro latino.

Elizabeth Yeampierre es, en esencia, una constructora: de puentes entre generaciones, de movimientos inclusivos y de una visión donde luchar por el planeta es también celebrar y proteger a quienes lo habitan. Su historia nos recuerda que defender la Tierra no es solo un acto ecológico —es un acto de amor por la gente.