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Desafíos Creativos: Cuando ser inclusivos y políticamente correctos altera Hollywood

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(Photo: Walt Disney Studios Motion Pictures, Amazon Studios, Netflix)

Por Jennifer Ariesta

“Go woke, go broke” o “Abraza la corrección política, enfrenta pérdidas económicas”. Esta frase se repite cada vez con más frecuencia en el panorama actual de Hollywood. Ha ganado prominencia entre el público en general descontento con la inclinación de Hollywood a insertar una equivocada corrección política en las películas.

En la última década, cada vez más producciones de Hollywood han sido calificadas de “woke” o “PC” – abreviatura de políticamente correcto – y no como un cumplido. Las críticas surgen cuando Hollywood se esfuerza por hacer sus películas más diversas e inclusivas, contando historias que van más allá de las tradicionalmente heterosexuales, blancas y centradas en los hombres.

Eso en sí mismo es algo bueno, necesario de hecho. Hollywood ha sido históricamente reacio a retratar historias centradas en mujeres, no blancos y LGBTQIA+ porque se consideraban menos rentables. Los éxitos de Black Panther, Crazy Rich Asians y Coco, de Pixar, pusieron fin a esta noción obsoleta. Sin embargo, al estilo típico de Hollywood, se sacó la lección equivocada de estas películas.

Cada vez más películas de gran presupuesto dan prioridad a la corrección política sobre la buena narración. Los guiones, deslucidos y muy refritos, se recubren de mensajes de justicia social en un intento de atraer a la generación actual. Tratando de sacar provecho de la nostalgia, los estudios siguen reempaquetando viejos clásicos con actualizaciones que “reflejan el mundo moderno”. La trilogía secuela de Star Wars, Terminator: Dark Fate y Los anillos del poder de Amazon recibieron muchas críticas por centrarse en destacar opciones progresistas (reparto inclusivo, mensajes políticos oportunos) mientras que los argumentos no impresionan. Estos movimientos se consideran complacientes, meras estrategias corporativas para atraer a la creciente sociedad liberal en lugar de auténticos intentos de contar historias sobre las minorías.

El activismo por la justicia social de Hollywood también contribuye al creciente descontento. Actores y cineastas son cada vez más francos, pero con un conocimiento superficial de los temas. En los medios de comunicación, suelen hacer declaraciones polémicas que poco tienen que ver con el oficio. Y lo que es peor, las declaraciones suelen estar impregnadas de un tono que los fans consideran irrespetuoso con lo anterior. Tal fue el caso de la estrella de Blancanieves Rachel Zegler, cuya versión viral de la animación de 1939 suscitó tanto revuelo que Disney tuvo que retrasar la película hasta 2025.

Mientras tanto, la gente sigue abrazando películas que eluden tal cosa. En 2022, Top Gun: Maverick superó las expectativas y recaudó casi 1.500 millones de dólares en todo el mundo gracias a su atracción para todos los públicos. En toda la película no se especificaba ni una sola vez de qué nación eran sus enemigos. Avatar: La forma del agua recaudó más de 2.000 millones de dólares con una aventura épica para toda la familia.

La corrección política en el cine fracasa en parte porque la gente ya no puede ponerse de acuerdo sobre lo que es “correcto”. El intento de trazar una línea divisoria no hace sino crear polarización. Ahora que Hollywood depende cada vez más de las recaudaciones internacionales, la situación es aún más delicada. El verano pasado, el fracaso de La Sirenita en Asia se achacó a que los asiáticos rechazaban una sirena afroamericana. Mientras Hollywood celebraba una princesa Disney afroamericana, los asiáticos fueron acusados de racismo cuando muchos simplemente se sintieron desconectados de la Ariel de Halle Bailey, al haber crecido con la iteración pelirroja. La condena por racismo no ayudó en nada, avivando aún más la ira y el rechazo.

Mientras tanto, una y otra vez surgen grandes películas que demuestran que la verdadera autenticidad, y no la complacencia del PC, funciona de verdad. Un ejemplo: Spider-Man: Into the Spider-Verse y su secuela Across the Spider-Verse. Con un Miles Morales negro y latino en el centro, las películas fueron elogiadas por su aguda escritura y su vibrante representación cultural. Del mismo modo, Barbie se convirtió en un éxito de taquilla a pesar de representar el feminismo y la masculinidad tóxica, dos de los temas actuales más controvertidos. Gracias a su delicada redacción, la película nunca entró en el terreno del “nosotros contra ellos”, algo que la mayoría de las películas no lograban.

Al fin y al cabo, está demostrado que lo políticamente correcto no sustituye a la buena escritura. El público acude en masa a ver personajes con los que pueda identificarse e historias que le inspiren, independientemente de su sexo, raza, ideología o identidad. Son más exigentes de lo que los estudios creen. Una buena historia siempre encontrará su lugar, al margen de la corrección política.

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