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Los Mejores Poemas para el Día de las Madres (Y Recordar Aquellos Días de la Escuela)


¿Te acuerdas cuando estábamos en la escuela y llegaba mayo? Ese mes caluroso donde no sabías qué era peor: el examen final de matemáticas o pensar qué le ibas a regalar a tu mamá con los 10 pesos que te quedaban de la semana. En esa época, el regalo clásico no era un perfume caro, ni un desayuno en un restaurante bonito. ¡No, señor! El verdadero regalo de lujo era un poema hecho a mano en una cartulina fosforescente, decorado con arroz pintado, diamantina, y un moño mal pegado con Resistol.

Y lo mejor era ver la cara de mamá, con lágrimas en los ojos… probablemente por la mezcla tóxica de resistol, pero también porque sabía que ese poema, aunque rimara “mamá” con “bondad” por tercera vez, salía del corazón.

Así que, en honor a esos años y para celebrar a nuestras madres con un poquito más de estilo (pero con el mismo cariño), aquí te dejamos una lista de poemas para reflexionar en el Día de las Madres, para que se lo leas con amor, se lo compartas por WhatsApp o simplemente lo tengas presente como recordatorio de lo grande que es el amor de una madre.

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1. “Madre” de Gabriela Mistral

Poema clásico, pero con todo el power emocional.
Gabriela Mistral no se anda con rodeos. Este poema es tierno, profundo y directo al corazón. Habla de una madre que canta, protege y da la vida con una dulzura que hace que hasta el más rudo se le humedezcan los ojos.

Madre, tú eres la paz y la dulzura,
tus ojos son el cielo de mi infancia…

Si quieres irte por algo bello y profundo, este es un clásico que nunca falla.

2. “A mi madre” de Pablo Neruda

Sí, Neruda también le escribió a su madre. No todo era amor apasionado y vino tinto, también tenía su lado suave. En este poema reflexiona sobre la ternura, la ausencia y la presencia constante de una madre, incluso cuando ya no está físicamente.

Madre, no estarás nunca sola en tus sábanas frías:
estoy contigo.

Ideal si este Día de las Madres te toca recordar a mamá desde el corazón, y no desde la mesa del desayuno.

3. “Madre sólo hay una” de Amado Nervo

Nervo lo dice como es: madre sólo hay una, y por eso hay que celebrarla como reina. Este poema es más reflexivo y espiritual, y te recuerda por qué mamá es, literalmente, un milagro con chanclas voladoras y una habilidad mágica para encontrar lo que tú perdiste hace dos semanas.

¡Oh madre! mientras viva, no me olvides;
cuando mueras, en mi alma vivirás.

Perfecto para dedicar con voz pausada mientras todos en la mesa guardan silencio… y tu hermana mayor dice: “Ay, ya vas a llorar otra vez”.

4. “Mi madre” de Julio Flórez

Este tiene un tono un poco más íntimo, más suavecito, casi como esos abrazos que te daba mamá cuando llegabas de la escuela con un 6 en geografía. Flórez habla de la presencia protectora de una madre, incluso en los momentos oscuros.

En mi mente tu imagen flota,
madre mía, como un faro en la noche.

Ya con esa línea, cualquiera se quiebra. Si quieres llorar con clase, este es tu poema.

5. “Poema para mi madre” de Mario Benedetti

Y sí, no podía faltar Benedetti, el poeta de los domingos tristes, las cafeterías tranquilas y las mamás con mirada de acero y corazón de algodón.
Este poema no es tan conocido, pero tiene una sencillez hermosa. Es directo, honesto, sin adornos excesivos. Como mamá cuando te dice que te pongas suéter porque va a llover.

Ella siempre está ahí,
aunque yo no mire.

¿Necesitas algo más? No. Solo un pañuelo.

BONUS TRACK: El Poema Improvisado

Fox Television Studios

Porque seamos honestos: lo más bonito siempre será tu propio poema, aunque no rime y aunque tu caligrafía parezca jeroglífico egipcio. Aquí te va una plantilla para inspirarte y soltar tu creatividad, como en los buenos tiempos de primaria:

Mamá querida,
gracias por estar siempre ahí,
por tu amor, tus regaños,
y por no saber prender el Netflix.

Te quiero aunque a veces no lo diga,
aunque me robe tus cremas
y no lave los trastes cuando tú me lo pidas.

Gracias por tanto,
y perdón por lo de romper la licuadora.
Te amo.

Reflexión Final:

El Día de las Madres no se trata del regalo más caro ni de las flores más exóticas. Se trata de decirle a esa mujer maravillosa —que te enseñó a caminar, a no tragarte las monedas, y a pedir disculpas cuando te equivocas— que la amas.

Y si puedes hacerlo con un poema, mucho mejor.
Porque sí, los perfumes se acaban, los desayunos se enfrían…
Pero los versos —y los abrazos de mamá— se quedan para siempre.