Quiero hablarles de algo que tarde o temprano llega a nuestras vidas y que, por alguna razón, sigue siendo un misterio envuelto en silencio: la menopausia. Muchas de nosotras llegamos a esta etapa sin saber qué esperar, con dudas, miedos y sintiéndonos solas. Por eso, hoy quiero sentarme con ustedes, como lo haría una tía o una madre, para contarte algunas verdades que a mí me habría gustado saber antes.
Porque no, la menopausia no son solo “los calores”
Sí, los bochornos son reales y molestos. Algunas veces me sentí como si estuviera parada en el centro del sol mientras el mundo seguía con su vida. Pero la menopausia es mucho más que eso. Es un cambio profundo, hormonal, físico, mental y emocional. Es un reacomodo, un cierre de ciclo, y también –aunque cueste verlo al principio– una nueva oportunidad.
No es solo el cuerpo, también es la mente
Uno de los primeros síntomas que me tomó por sorpresa fue la niebla mental. Me costaba concentrarme, olvidaba cosas que antes no se me pasaban. Hubo días en los que sentí que no era yo. Me preocupaba estar perdiendo capacidades. Pero aprendí que este “despiste” es común, y que con paciencia, descanso, y haciendo espacio para mí misma, todo se acomoda.
También vinieron momentos de tristeza inexplicable, cambios de ánimo, ganas de llorar sin saber por qué. No se trataba de debilidad ni de drama: eran las hormonas haciendo de las suyas. Y aunque se siente muy real, quiero que sepan que no están solas, y que pedir ayuda (a una amiga, a tu médico o a un terapeuta) no es señal de fracaso, sino de sabiduría.
El corazón también siente el cambio
Muchas mujeres no lo saben, pero al bajar los niveles de estrógeno, el cuerpo empieza a ser más vulnerable a ciertos problemas de salud, como enfermedades del corazón. Yo no lo supe hasta que mi médico me habló de la importancia de cuidar mi presión, el colesterol y, sobre todo, mover el cuerpo. Caminar, bailar, andar en bicicleta… cualquier cosa que haga latir ese corazón con alegría.
Dormir se vuelve un reto

Si te estás despertando a las tres de la mañana sin razón, o si te cuesta conciliar el sueño, créeme: no estás loca. El insomnio es un visitante frecuente en esta etapa. A veces no podía volver a dormir y pasaba horas con pensamientos dando vueltas. Lo que me ayudó fue establecer una rutina nocturna, dejar el celular lejos de la cama y practicar respiraciones profundas. La buena noticia es que pasa. No siempre, pero sí mejora.
Cambios invisibles… pero reales
Hay transformaciones sutiles que pocas veces se comentan. La piel se reseca más, el cabello puede volverse más fino, las uñas más frágiles. El cuerpo pide más cuidados. Aprendí a leerlo con más amor: a hidratarme mejor, a elegir cremas más ricas en nutrientes, a evitar productos agresivos. Y sobre todo, a no juzgarme por los cambios.
¿Y qué pasa con el deseo?
Otra gran pregunta que muchas no se atreven a hacer: ¿qué pasa con el sexo? Puede haber sequedad vaginal, molestias, o simplemente menos interés. Y eso no te hace menos mujer. La intimidad cambia, sí. Pero también puede renacer desde otros lugares: con más conexión, más ternura, más calma. Existen cremas, lubricantes, tratamientos y sobre todo, existe el diálogo con tu pareja y contigo misma. No lo sufras en silencio. Hablarlo ayuda.
Cada menopausia es distinta
No hay una sola manera de vivirla. Algunas mujeres la atraviesan sin apenas síntomas, otras sienten que su mundo se desmorona. Hay quienes entran en menopausia temprana (antes de los 40), otras lo hacen tras una cirugía, y muchas después de los 50. No te compares. Tu cuerpo tiene su propio ritmo y su propia historia.
El poder de estar informadas
Yo pasé muchos años sin saber que lo que me estaba pasando tenía nombre. Por eso creo que hablar de menopausia es una forma de darnos poder entre nosotras. No deberíamos llegar a esta etapa sintiéndonos perdidas o avergonzadas. Hay información, hay médicos especializados, hay grupos de apoyo, y sobre todo, hay sabiduría acumulada en nuestras propias historias.
No estás sola (y esto también pasa)
Sí, se siente fuerte. Pero también es un momento de redefinición. La menopausia puede ser el comienzo de una vida más libre: sin ciclos menstruales, sin preocupaciones por embarazos, con más tiempo para ti. Muchas mujeres descubren en esta etapa nuevas pasiones, nuevas prioridades, nuevas formas de vivir.
Yo aprendí a escucharme. A decir más veces “no” sin culpa. A ponerme en primer lugar. A dejar de complacer a todos y empezar a complacerme a mí. ¿Y sabes qué? Eso también es salud.
Un consejo final, de mujer a mujer
Habla con otras mujeres. Tu madre, tus amigas, tus tías. Hablemos de la menopausia con naturalidad, con humor, con cariño. Quitémosle el estigma, el miedo y el silencio. Porque la información sana. Y la compañía, también.
Y si hoy te sientes abrumada, confundida o cansada… respira. No estás sola. Somos muchas, miles, millones, viviendo lo mismo. Y estamos aquí, acompañándonos unas a otras, como lo hemos hecho siempre, en silencio o en voz alta. Pero juntas.
Con todo mi cariño,
Una mujer que ya pasó por ahí 💜
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