Imagina que cada líder y colaborador en tu empresa lleva puestos unos lentes invisibles que filtran e interpretan todo: lo que se dice en las reuniones, lo que se expresa en los correos, los silencios, los elogios o las críticas. Desde esos lentes interpretan la realidad a su manera, construyendo significado a partir de experiencias pasadas. Esos lentes no se fabricaron ayer; se moldearon en la infancia, cuando aprendimos qué era seguro y cómo comportarnos para pertenecer.