Hubo una época en la que hablar de salud mental era casi un pecado. Nuestros abuelos y padres, crecieron en un mundo donde expresar tristeza, ansiedad o depresión era sinónimo de debilidad. “¡Tú lo que necesitas es trabajar más!”, “¡Eso se te quita con un cafecito y una sonrisa!”, “¡Aquí nadie tiene tiempo para estar triste!”, eran frases comunes, repetidas una y otra vez, generación tras generación.
Vivimos en un mundo en el que las pantallas son una parte inevitable de la vida. Desde teléfonos inteligentes y tabletas hasta ordenadores portátiles y televisores, los dispositivos digitales se han convertido en algo esencial en nuestras rutinas diarias.
En los últimos años, la tecnología de realidad virtual (RV) se ha convertido en una poderosa herramienta en el campo de la terapia de salud mental, ofreciendo nuevas vías para el tratamiento de una amplia gama de enfermedades, desde la ansiedad y el TEPT hasta las fobias y otras. Al sumergir a las personas en entornos realistas pero controlados, la terapia de RV permite a los médicos realizar intervenciones específicas de formas que antes eran inimaginables.